RELEYENDO LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA


José Antonio Tébar
España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. No lo afirmo yo, lo proclama la vigente Constitución en su título preliminar. Analicemos el párrafo.
Los que gobiernan la crisis que asola España buscan en las soluciones liberales la salida a la misma. La demolición del Estado social o de Bienestar es la clave de la bóveda de esta revolución neoliberal. La crisis como oportunidad para imponer el neoliberalismo político merced a los estragos que está perpetrando el neoliberalismo económico. La crisis para después comprarse los estados a precio de saldo a base de privatizaciones; transformando la educación, la sanidad, las pensiones y todo lo que sea susceptible de convertirse en mercancía en lucrativos negocios para las élites que detentan el poder real. Vuelta a la sociedad dual. La agresiva reforma laboral es toda una declaración ideológica de intenciones.
La corrupción estructural,  rampante y transversal de la clase política evidencia las carencias de un sistema democrático low cost minado por delincuentes que se saben impunes y que buscan en lo público un impúdico lucro privado. La burbuja inmobiliaria ha sido la manzana que muchos de estos delincuentes han mordido. No los busquen en los juzgados. Han dejado la factura sin pagar y ahora nos toca a los victimarios sufragar a escote el pufo. No hace falta irse muy lejos para constatarlo.
El Estado de Derecho sigue siendo una quimera. La arbitrariedad judicial es la norma..  Seguimos siendo una monarquía caribeña. ¿Alguien se acuerda de los perdones judiciales a Botín y a otros insignes banqueros?  Sabemos lo que nos dice el CIS sobre la opinión que tienen los españoles del poder judicial y de su clasista y reaccionaria forma de impartir justicia.
La desigualdad avanza, las mal llamadas clases medias se proletarizan y la pobreza aumenta (el 22% de los españoles ya están por debajo del umbral de la pobreza). Por otro lado,  los ricos cada vez son más ricos y pagan menos impuestos. Recapitalizamos bancos quebrados con dinero público a la vez que desahuciamos a las víctimas de este fraude de modelo productivo y financiero y seguimos siendo campeones europeos en fraude fiscal y en fiscalidad poco progresiva. Vamos hacia una sociedad dual. Se ataca a la educación pública a la vez que se subvenciona a la educación privada. Se precariza y empobrece a los trabajadores con reformas laborales neofeudales, se recorta en sanidad pública para preparar el camino hacia su privatización a precio de saldo y suma y sigue…Explotada la burbuja ahora toca explotar nuevos yacimientos de negocio con la destrucción de los estados de bienestar y con la compra de su deuda soberana.
Con una ley electoral como la que tenemos en España,  que nos impone el bipartidismo desde hace treinta años, pocas esperanzas quedan para el avance del pluralismo político y de la democracia.  Dos grandes maquinarias político-clientelares se turnan pacíficamente en un poder que oligopolizan gracias al aparato político, económico y mediático que busca legitimar la idea de que no hay otra alternativa a la crisis que la que están implementando; y mientras, crece una cualificada y cada vez más amplia desafección ciudadana hacia estas políticas, hacia estos fraudes. Algo que por otra parte nunca les ha importado demasiado hasta que se han visto amenazados en su cortijera legitimidad política y en sus privilegios por los movimientos de ciudadanos indignados y con propuestas para regenerar la democracia en España.
Iñaki Urdangarín ha abierto la caja de Pandora de la monarquía española. Una institución no democrática y sobre la que no se ha permitido la crítica hasta ahora. Esta familia privada y desestructurada ha encontrado en el entramado mediático-político a los aliados necesarios en la búsqueda, vía adulación sacralizadora, de la legitimidad democrática que nunca podrán tener. Juan Carlos heredó la jefatura del Estado de un dictador fascista y la heredará su hijo. De Botswana mejor no hablamos.
La soberanía nacional ha sido externalizada y reside en Bruselas, en el BCE, en el FMI, en el BM y en la OMC y tiene casa en Berlín. Los mercados están en todas partes: la búsqueda del beneficio no descansa: le cueste lo que le cueste y caiga quien caiga.  ¿Quién si no nos impuso esa reforma neoliberal, austera y luterana de la Constitución? ¿Quién ha impuesto a Draghi, Monti y Papadimos sino Goldman Sachs?  ¿quiénes nos están imponiendo los draconianos recortes que sólo sirven para empobrecernos y que no calman a los insaciables mercados?  Nuestra soberanía nacional reside en el poder financiero. En ese capitalismo neoliberal, furioso y criminal que está apostando por el endeudamiento de los estados para luego secuestrarnos, digo  rescatarnos,  gracias a sus trileras agencias de calificación, sus ninfómanas primas de riesgo y  sus fondos de inversión de alto riesgo, por destacar algunos de sus productos financieros estrellas.  Provocar e inducir la mayor crisis económica y financiera que ha conocido el mundo desde 1929 no es sólo las consecuencia de sus desreguladas políticas económicas,  era también el primer paso para acabar con la democracia social y de derecho tal y como la hemos entendido en Europa. Algo que provoca demasiadas rigideces en sus cuentas de beneficios.
Es la democracia quien se juega su supervivencia. La tensión vital entre el capitalismo y la democracia ya no es real, la segunda ya es sólo un decorado para el fascismo económico que viene. No busquen a los antisistema en las plazas de las ciudades españoles, los perroflautas están en la bolsa, están entre nosotros y son también los que nos gobiernan, sus cooperadores necesarios.
La prepotencia del poder financiero y la complicidad de los medios de comunicación y de las políticas neoliberales están marcando la crisis de la democracia. Necesitamos más democracia para salir de esta crisis económica, social y democrática…pero antes habrá que zafarse del miedo paralizante y de la depresión social de la que somos presa gracias a su superestructura ideológica…. Y a todo esto ¿dónde está la socialdemocracia para salvar el Estado del Bienestar?

(José Antonio Tébar Ochoa)

JÓVENES: DEL PASOTISMO AL DESCUELGUE

Puede que estemos a tiempo de responder que son las personas y no la economía lo que más importa, como decía José Luis Esparcia en el artículo anterior de este blog. Pero estar a tiempo sólo es una condición necesaria, no suficiente para contestar al terrorismo psicológico-ideológico con el que se está tratando a los sureños ciudadanos europeos (con singular saña a los griegos, hasta lograr que ganaran quienes tenían que ganar). Es necesario estar a tiempo, pero no es suficiente para hacer valer otras alternativas a la encerrona en la que nos meten a ese 99 por ciento que somos los que no decidimos el rumbo de la organización social, (“Somos el 99 por ciento” es, como se sabe, el lema que prevalece del movimiento Occupy Wall Street, frente al “Eres el 1 por ciento” en referencia al reducido sector de población que controla el 40 % de la  riqueza en EE. UU. (En España, el 1 % más rico posee el 20 % de la riqueza nacional). Seguir leyendo en "Más información"