SOBRE DEMOCRACIA

POSTCIUDADANOS (José Antonio Tébar)

Hace ya varios milenios que Grecia legó a la humanidad los conceptos de democracia y ciudadanía. Situó al hombre en el centro de  su civilización como medida de todas las cosas, como objeto y sujeto de derechos y deberes políticos que interviene en el gobierno de la polis. Hoy, muchos siglos después, seguimos a vueltas con este concepto fundamental para la civilización occidental y subversivo para “los mercados”.
José Antonio Tébar
La crisis global en la que estamos inmersos ha devenido también en una crisis de ciudadanía, o mejor, en una crisis contra la ciudadanía. El Estado del bienestar está desapareciendo tal y como los hemos conocido, sufriendo recortes inimaginables hace solo unos años y que van a ir a más a menos que la ciudadanía reaccione ante tanto atropello de lo que se nos vende como inevitable y que no es más que una nueva ofensiva del neoliberalismo insaciable que busca en lo público y en el recorte ciudadano nuevas posibilidades de negocio y colateralmente victorias ideológicas.

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El miedo que han inoculado en la sociedad se está mostrando como un eficaz anestesiante social y político. Los medios de comunicación y las opiniones publicadas, apabullantemente dominados por los poderes financieros y por las élites políticas de la derecha, cumplen con el objetivo de legitimar las medidas políticas, económicas e ideológicas que se nos imponen y a la vez acallan el pensamiento crítico o directamente luchan contra él. El miedo, decía, desmovilizada, deprime y baja las defensas de la dignidad hasta conseguir degradarnos a la condición de súbditos consumidores de un sistema que está consiguiendo laminar la cohesión y la conciencia social alimentando el individualismo pesimista y de supervivencia; un sistema que lejos de propiciar la participación ciudadana y la implicación de los ciudadanos en la Política busca con el clientelismo y el mantenimiento de un modo oligárquico de entender el ejercicio del poder fulminar esa posible evolución de la Democracia hacia modelos más participativos y más democráticos. Esto no es una crisis, es una Revolución reaccionaria del Capitalismo salvaje.
Pero el miedo tiene un límite. Esconde frustración, impotencia, rabia, odio… y    puede estallar violentamente. Esta democracia formal y encorsetada, a granel -un sistema oligárquico en manos de minorías dominantes más cercano al parlamentarismo del siglo XIX que a la sociedad de la información y del conocimiento del siglo XXI- al servicio de los poderes económicos y financieros, cada día se muestra menos representativa y más falsa. La desafección política es la respuesta lógica a esta situación y más vale que sepa evolucionar creando canales nuevos de expresión y de participación ciudadana si no quiere acabar engendrando un estallido social en cadena en su empeño por acabar con el Estado de bienestar.
La participación ciudadana solo será viable dentro de una democracia participativa; un proceso complejo que requiere una transformación profunda de nuestra sociedad, no sólo del sistema electoral, que también.  ¿De qué sirve la libertad de expresión si no se permite la libertad de pensamiento? Habrá que empezar por propiciar desde la escuela el pensamiento libre, crítico, la conciencia social; justo lo contrario de lo que se hace.
El movimiento del 15-M ha marcado un antes un después en la conciencia colectiva de millones de españoles. Indignados, jóvenes y no tan jóvenes se han echado a la calle para reclamar cambios profundos en nuestra sociedad reclamando una Democracia participativa, denunciando los grandes males que han pervertido nuestra convivencia y que nos han traído hasta esta situación, dejando claro que la crisis es la consecuencia y que el la estafa del sistema es la causa.  Pero no basta, el 15-M es solo un fermento, un gran comienzo del despertar ciudadano que ha hecho brotar la reacción social frente a la resignación a la que nos quieren inducir los que detentan el poder; un gran precursor que ha despertado conciencias dentro y fuera de España…Pero queda mucho camino por recorrer.
La odisea griega es hoy un aviso para los navegantes europeos. Hagamos valer nuestra corresponsabilidad ciudadana reaccionando contra la nueva involución neoliberal que nos quieren imponer los poderes financieros y bancarios  a costa de nuestros derechos y de nuestra democracia. Varios milenios después el concepto de ciudadanía corre peligro de ser sacrificado en el altar de los nuevos dioses del mercado.

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